¡Lo sé!, No hace falta que me lo repitan, se que vivía en un mundo de fantasía, lo sé, pero era feliz en él, dentro de él, encontré mi felicidad.
Quizás fuese una felicidad falsa, quizás solo existía en mi cabeza y me apartaba del mundo real. Pero era mi felicidad y mi mundo y el no tenía derecho a arrebatármelo, a romper mi mundo en mil pedazos, no tenía derecho a destruirme de ese modo, y mucho menos alegando que lo hacía por mí, por eso tuve que matarle, era él o yo.
No quiero darles lástima, no quiero escuchar allá donde voy: “Oh pobrecita” “No sabía lo que hacía” “está loca”. No, no quiero oírlo más, de los asesinos no se siente lástima, y yo soy una asesina, le maté, le maté yo, y no me arrepiento de ello.
Se lo buscó con cada una de sus preguntas, cada vez que me remitía a un recuerdo pasado, a mi infancia, a mis miedos o a cualquier parte de mi vida, el también sentía lástima por mí.
Pero la vida que quería hacerme recordar ya no existe, tengo una mejor, una en la cual no os necesito, no os necesito a ninguno; y cada vez que me visitaba, el intentaba quitármelo.
Decía que intentaba ayudarme a superar el accidente, pero solo consiguió recordármelo, recordarme todo lo que había perdido tras él.
Pero ya está, él ya no existe, no puede volver a robármelo, es mío. Me quieren traer a otro ladrón de sueños y felicidad, pero volveré a destruirle.
Voz exterior: Señorita ya está aquí el Doctor Krais.
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