Nací dentro de una familia de clase alta, con grandes expectativas hacia mí y hacia mi hermano. Traté de estar siempre arriba en su nivel de exigencias tanto con los estudios como en los eventos sociales, siempre deseando agradar a mis padres, y a mi familia, sin llegar a saber realmente quién era yo, lo que quería, mis deseos y expectativas hasta que ya fue demasiado tarde.
En una de esas reuniones, en tu casa es cuando me enamoré de ti, recuerdo esa noche de nuestros 18 años como si hubiese sido ayer, cuando nos presentaron y ahí estabas tú tan guapo, alto, elegante, seguro de ti mismo, me quedé tan prendada de ti, que casi dejo caer mi copa, cuando lo evitaste cogiendo mis manos, supe que estaría contigo siempre.
Tras ello, quedamos muchas veces, siempre sabías muy bien lo que querías, siempre elegías la hora, el sitio, y hasta lo que ambos debíamos comer y beber, y tonta de mi, seguí enamorándome de esa dominante personalidad, sin darme cuenta de que me estabas inhibiendo aún más de lo que lo hacía mi familia.
Fui a estudiar magisterio, a la universidad donde tu ibas a estudiar derecho, no porque fuera la mejor o la que más me gustaba, no, la elegí porque es donde tu ibas, yo estaba cegada y mi familia jamás diría nada, al fin y al cabo como más adelante he aprendido, en nuestro mundo las apariencias son lo primero y tu posición social era inigualable.
Fui perdiendo poco a poco mis verdaderas amistades, mi vida empezabas a ser tu, tú y tu circulo, hasta el punto que en nuestra boda fue todo el pueblo, tu bufete, nuestras familias, y yo es cuando comencé a sentirme sola, más que una boda, comenzaba nuestra vida juntos como una reunión de negocios. Pero esa ha sido y es toda nuestra vida, cada fiesta, cada reunión, cada vez que me arreglo, y salimos es porque lo necesitas para el trabajo.
Solo te preocupas por ti y por tu trabajo, y cuando me hablas, no me hablas, me ordenas, dejé de escribir por ti, porque decías que me llenaba la cabeza de pájaros, ¿y ahora quieres que deje la escuela? Que es lo único que me permite ser feliz, tener mi vida, y no ser un complemento para sacar en eventos.
Día a día me doy cuenta de todas aquellas cosas que me enamoraron de ti, son las que ahora quemaría, destruiría hasta hacer cenizas. Ya que una relación es de dos personas y en esta solo existes tú, tú y tus necesidades, quiero volver a aparecer ante ti, pero siendo yo misma, no la que querían que fuera, ni la mujer que cocina para ti y tu gente.
Me has robado a mi familia, mis amigos, mi matrimonio, y hasta mi felicidad y por más que hables de ellos e insistas, no pienso permitir que me des hijos, quizás serian mi salvación, pero sería cruel que nazcan en una familia sin felicidad, sin escucha, sin compatibilidad.
Te he amado, y sé que si me prestaras un tercio de la atención que le prestas a tu empleo volvería a estar felizmente enamorada, tendrías sonrisas con tu desayuno y no lágrimas.
Jamás seré capaz de odiarte y no sé si podría separarme de ti, pero lo que sé a ciencia cierta es que tú también me has querido, has querido pasar el resto de tu vida conmigo porque me amabas y si consiguiera que pasáramos tan solo un día, un día juntos a solas, volverías a querer compartir tu vida conmigo. Te quiero por tus defectos y en cambio te odio por tus virtudes.